Primavera es época de pestos o, por si me lee alguien desde Italia, salsa verde.

Nuestras plantas favoritas para hacerlo son los ajos silvestres, las ortigas y la acedera/vinagrera (Rumex acetosa) pues las encontramos en abudancia a nuestro alrededor. Las ortigas son mis predilectas, las considero alimento para el cuerpo y para el alma… la acedera tiene un regusto así como a limón que nos encanta y como en casa nos gusta mucho el ajo… ¡pues los silvestres aún más! Aquí os dejo un vídeo para identificar el ajo de oso.

Recolectar plantas silvestres comestibles es una gran forma de recuperar la conexión con la naturaleza, de vincularnos con nuestro entorno de un modo profundo y recordar así que todos estamos conectados. Además, es una gran forma de exponernos a la microbiota local y porqué no, en época de pandemia, una fuente más de alimento. Los que me conocen siempre hacen broma, y más ahora… si tengo naturaleza cerca, aunque las estanterías del supermercado estén vacías, en casa no pasaremos hambre.

Para hacer el pesto simplemente trituramos las plantas y les añadimos aceite de oliva, un buen puñado de piñones (o almendras o anacardos o lo que tengamos a mano), algo de parmesano rallado y una pizca de sal.

Si usamos ortigas, las escaldamos primero 2 minutos en agua hirviendo y las escurrimos bien. 

Las salsas verdes son un recurso muy fácil para usar las plantas silvestres comestibles pues no requieres grandes cantidades de planta y puedes usar básicamente cualquier planta.

En casa, siempre acompañan a los platos de pasta.