Ayer llegó mi madre y me trajo algo muy especial: piñas verdes.

Uno de mis recuerdos de infancia son los botes de piñas y azúcar en el alféizar de la ventana de la cocina. Y no, no se trata de una decoración extraña de nuestra familia, se trata de un jarabe para la tos. Mi madre aprendió la receta de mi padrastro, que la preparaba para mi hermanastro. Es una receta muy simple y muy antigua, ¡prácticamente no hay referencias! Pero la hacían las trementinaires del pirineo catalán, mujeres que se dedicaban a la recolección de plantas y elaboración de remedios y que viajaban a pie por Catalunya.

Para hacer el jarabe, llenamos un tarro con piñas verdes y las cubrimos completamente con azúcar. Luego toca esperar. Hay quien las deja a «sol i serena» (en un lugar donde no toque el sol directamente pero sí se experimenten los cambios de luz) y quien las deja en un lugar oscuro. Las piñas van soltando exudados que van deshaciendo el azúcar, creando el jarabe. Y en unos meses, justo para invierno, época de resfriados, ya podremos usar el líquido. Para ello, lo filtraremos, separándolo de las piñas y de restos de azúcar sin disolver que puedan quedar.

Se pueden usar piñas de abeto (Abies alba) o de cualquier especie de pino. Y, respeto al azúcar, remarcar que estamos haciendo un jarabe, no un alimento. Vamos a tomarlo en pequeñas dosis. En sus orígenes, el azúcar se usaba como medicina.

EDITO con explicaciones extra: en mi bote (es el mediano de Ikea, creo que de 800ml) hay como unas 6 u 8 piñas y medio quilo de azúcar. Después de hacer la foto he acabado de cubrir la piña que se ve y he tapado el tarro. Lo removeré un poco de vez en cuando.

Edad: yo acostumbro a dar muy poca cosa antes de los 2 años (uso otras estrategias, me lo apunto para hablar de ello).

Dosificación: una cucharadita para los niños cuando se encuentren incómodos. Los adultos podemos hacer cucharada sopera