Hace ya unas semanas que estamos recogiendo y secando plantas para tener unas buenas reservas de cara al invierno. Secarlas es un método de los más fáciles para conservarlas así que os animo a probarlo.
 
Recolectar plantas es un acto muy poderoso en muchos niveles pues nos invita a relacionarnos estrechamente con nuestro entorno, con la naturaleza, y debe ser siempre una relación recíproca. A largo plazo, lo más sostenible es poder cultivar nuestras plantas aliadas, nuestras indispensables pero para llegar a conocerlas, hace falta interactuar con ellas. Además, muchas plantas que se consideran malas hierbas y/o que crecen en gran abundancia son una gran fuente de alimento y medicina por lo que la recolección silvestre tiene también su lugar. Eso si, hace falta realizar una recolección silvestre responsable.
 
 

Recolección silvestre. La sostenibilidad primero. Recolecta solo plantas que crecen de forma abundante.

 

La definición de abundancia es del todo subjetiva. Hay quien dice que se puede recolectar si ves al menos 2 plantas más de la misma familia, si hay al menos 5 plantas más creciendo a poca distancia, etc.. Quien sigue la norma de no recolectar más del 25% de las flores/frutos, no recolectar más del 50%. Al final, se trata de sentido común y sensibilidad.
 
Un par de pautas que me gustan:
  • Piensa siempre en el resto de seres vivos. ¿Sabes qué animales dependen de la planta que vas a cosechar?
  • Recoge la mitad de lo que piensas que necesitas. Recolectar plantas y que luego se queden olvidadas en un tarro es una gran pena. Mejor poco y usarlo.
  • La mejor forma de decidir es conociendo tu entorno. ¿El año pasado había el mismo número de plantas en este rincón? ¿Se están extendiendo o están menguando? Si visitas un mismo espacio año tras año, podrás tomar mejores decisiones.
Y, sobre todo, deciros también que hay muchas más formas de relacionarse con las plantas a parte de ingiriéndolas. Simplemente pasar tiempo a su lado puede ser un acto de lo más poderoso así que antes de recolectar, piensa si realmente es necesario. Y piensa también como puedes reciprocar la gratitud de la naturaleza. ¿Puedes corresponderle con un acto positivo?
 
 
 
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Para empezar:
  • Por lo general, es mejor recolectar por la mañana, cuando el rocío (si lo hay, que por estas fechas ya ni eso!) ya se ha evaporado pero el sol fuerte aún no ha empezado. De esta forma  las plantas mantienen mayor concentración de los aceites (volátiles).
  • Para recogerlas, usar unas tijeras o cuchillo. Nunca rompáis las ramas con las manos.
  • Recoger sólo aquellas plantas que conozcáis y únicamente las que tengan buen aspecto. No cosechéis nunca plantas con manchas o plagas.
  • Sacudirlas bien por si hay algún insecto y guardarlas en un cesto de mimbre (o un recipiente donde estén aireadas y no se chafen) hasta llegar a casa.
  • Es preferible cosechar hierbas limpias pero si tenemos algunas con mucha tierra podemos limpiarlas con un poco de agua fría y dejarlas secar sobre trapos absorbentes o papel de cocina.
 
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  • Haremos ramilletes de 5-10 ramas desechando alguna hoja que parezca estropeada y los colgaremos boca abajo en un lugar seco, oscuro y sobretodo ventilado. No queremos que crezcan mohos. Otra opción es usar un secador para plantas. Los hay de muy sofisticados pero en casa utilizo uno bien simple. Tipo estos.

  • Dejaremos las hierbas secándose. Pueden tardar un par de días o un par de semanas, depende del clima y de la planta.
  • Cuando al apretar una hoja se rompa y cruja, ya estará listo para envasar. Usaremos botes o tarros que cierren bien, mejor que bolsas de papel o de tela, para asegurarnos una mejor conservación.
  • Podemos envasar la planta entera o sólo las hojas dependiendo de lo que nos interese de cada planta. Es mejor guardar la hoja entera y desmenuzarla cuando la usemos.
  • Por último etiquetaremos bien el tarro con el tipo de planta y le fecha de recolección y/o envasado.
De esta forma podéis secar romero, lavanda, orégano, menta, salvia… en fin, lo que se os ocurra.