Me ha costado mucho volver a escribir. No porque no tuviera ganas de compartir, más bien porque en los últimos meses he dado muchas vueltas a pensamientos varios. Han sido meses intensos en todos los sentidos, llenos de cambio y movimiento. De esos que en realidad pasan en un abrir y cerrar de ojos porque el ritmo frenético del día a día te absorbe y no te deja ver más allá. Aún así, he buscado algunos ratos para pensar. Bien, en realidad no he tenido que buscarlos, por suerte o por desgracia, tengo una cabecita de esas a las que les resulta imposible desconectar… Así que muchas noches me las he pasado pensando (y no durmiendo :().
Pues bien, dónde quiero llegar con todo esto es a la necesidad de cambio. Como si no tuviera suficiente con todo el cambio en mi vida… El nacimiento de la cuarta macarró, el cambio de país, el de carrera profesional, el… Ahora resulta que también quiero «cambiar» el blog.

La peque y yo, en pijama, haciendo el remolón en el sofá…

Pero es que, ¿sabes que? Que no soy una supermujer. Mis días tienen 24 horas como los tuyos y en ocasiones desearía poder esconderme bajo las sábanas a esperar el nuevo día porqué en el presente he perdido los nervios a primera hora de la mañana porque llegábamos tarde al colegio y después se me ha pinchado la rueda del coche… pero encima, al llegar a casa e ir a guardar las compras con la peque colgada a mi espalda, se me ha caído un yogur al suelo, seguido de un brick de zumo, seguido de un bote de queso para untar y, siguiendo la Ley de Murphy, todo se ha esparramado al caer dejando el suelo de la cocina hecho un cristo… Así que mis ojos se han llenado de lágrimas de impotencia. De sentirme superada.

Pero bueno, después de gastar unos cuantos Klneex y de tomarme tranquilamente un zumo de naranja (de un segundo brick, no el del suelo…) el mundo ya no parecía tan gris. La peque reía en mis espaldas y me hacía cosquillas y al mirar por la ventana había un bonito pajarillo mirándome fijamente. Y es que momentos malos los tenemos todas, yo también, y me hacía sentir muy mal pensar que hay quien se siente triste al leerme porque siente que no puede hacer «tanto» como yo.
Y ahí voy. A partir de ahora no solo voy a compartir proyectos y manualidades. También voy a compartir pensamientos, inquietudes y todas esas cosas crecen en mi cabeza.De vez en cuando, sin horarios ni calendarios fijos, sólo cuando surja. Porque yo sólo soy una súpermujer cuando mis hijos me atan pañuelos y antenas a la cabeza, el resto del tiempo soy como tu…