Aunque tenemos la suerte de vivir rodeados de naturaleza, cambiar de entorno por unos días es un gran estímulo.
Estamos pasando unos días en la montaña y me encanta ver como mis hijos se han buscado sus nuevos «juguetes» en un momento. Juegan con piñas, piedras y palos, hojas, frutos y raíces, en el mundo que ellos mismos han creado. A veces, aprovechamos también algo de cartón, hilo o gomas y hacemos tirachinas, espadas, cabañas, cocinas…
A mi hijo mayor (casi 7 años) le gusta mucho jugar con espadas y pistolas y la verdad es que al principio me costó muchísimo aceptar que las «armas» entraran en casa. Fue después de leer unas cuantas lecturas al respeto (recomiendo el artículo de jugar i jugar) que entendí que se trata de una parte más del juego simbólico y es así como empezó nuestro rincón de disfraces hace ya unos cuantos años… con unas espadas y escudos de madera, armaduras y telas que hacen de capas.
Los primeros días en la montaña, han sido unos días muy «bélicos» en que los dos grandes se han hecho sus espadas con unos palos y un poco de cartón y se han embarcado en la búsqueda y descubierta de nuevos territorios.