Se acabó el curso escolar, llegó la calor y, en consecuencia, los niños pasan muchas más horas jugando al aire libre… así que hoy os traigo una nueva propuesta para aprender disfrutando de la naturaleza. Se trata de empezar colecciones.
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Como ya he escrito mil veces, los niños son curiosos y, además, les encanta recoger tesoros. Os he explicado ya que siempre volvemos de nuestras excursiones cargados de piedras, palos, plumas y tesoros naturales varios. Pues bien, todo ello puede ir a nuestra mesa de estación, los podemos usar para hacer manualidades, etc… Pero hay una actividad que nos gusta mucho más, empezar colecciones.
Coleccionar objetos no es solo una forma de llenar la casa de trastos de valor indefinido sino que se trata de una forma fácil de unir diversión y conocimiento.
No estoy hablando de colecciones obtenidas “a base de talonario”. No se trata de irse mañana a la tienda de fósiles y comprar 20 o 30. Se trata de coleccionar con paciencia, ahora nos hacemos con un objeto, luego con otro, y en un tiempo tenemos ya nuestra pequeña colección. Se pueden coleccionar sellos, monedas, cromos… Pero hoy voy a centrarme en colecciones de objetos que podemos encontrar en la naturaleza para daros un motivo más para que vuestros hijos se conviertan en pequeños naturalistas.
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Voy a empezar por explicaros los beneficios de coleccionar objetos:

  • Paciencia y perseverancia. Como os he dicho, se trata de coleccionar lentamente. Se puede heredar también la colección de sellos de la abuela pero nada generará más emoción cómo ir construyendo una colección propia de forma gradual. Es un proceso emocionante donde los niños tienen que desarrollar la paciencia, pues su colección crecerá lentamente.
  • Organización. Organizar y categorizar van de la mano de cualquier colección. Hace falta identificar, etiquetar y guardar las piezas a buen recaudo de forma más o menos organizada. Y además de organizar, primero hará falta seleccionar qué es digno de quedarse en la colección y qué no. Vamos, que tendremos unos pequeños curators, decidiendo cuales son las mejores piedras y porqué. Para que no se nos convierta la casa en un museo, podemos limitar el espacio de almacenaje a un estante concreto o a dos cajas o a lo que encaje con vuestro hogar.
  • Nuevos conocimientos. Montones. Para identificar cada mineral, cada resto marino, cada fruto… Necesitaremos guías de campo, libros de conocimientos, internet, lupas y microscopios (nosotros llevamos siempre encima un pequeño microscopio para móvil, 3€ en el Amazon). Y aprenderán muchísima información de la que permanece en la memoria pues está estrechamente atada a sus experiencias. ¿Sabéis eso de que hace falta emocionar para aprender? Pues esta una idea perfecta para dar un contexto y llenar de emociones los aprendizajes de nuestros hijos.
  • Mejora de las habilidades lectoras y matemáticas. ¿Qué niño no sabe en todo momento de cuantas conchas consta su colección? Pues eso, que se pegan un hartón de contar y recontar. Más leer en libros, escribir etiquetas…

Y podríamos seguir pero creo que ya os he convencido, ¿no? Así que la próxima escapada a la playa aprovechad para empezar vuestra colección de tesoros marinos y nos la enseñáis usando el hashtag #pequeñosnaturalistas en redes.

¿Qué podemos coleccionar?

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Pues la verdad es que cualquier cosa por la que vuestros hijos muestren interés. En vuestras salidas a la naturaleza podéis encontrar:
 

  • Hojas, frutos o semillas
  • Piedras y minerales
  • Fósiles
  • Insectos y otros restos de animales muertos
  • Conchas y otros tesoros de playa
  • Plumas
  • Piñas

Materiales para las excursiones:

A nosotros nos gusta ir “ligeros”. Con 4 niños y viviendo en Escocia siempre tenemos que llevar ropa de repuesto y ropa impermeable (sí, aunque salgamos al parque de enfrente de casa), agua, algo para picar (generalmente frutos secos), el monedero, las llaves, el móvil… Vamos, que ya va una con suficiente carga como para sumarle muchos extras. Por eso, cuando salimos nos llevamos básicamente recipientes para almacenar fácilmente los objetos y alguna lupa o herramienta para hacer algo de “investigación in situ. La parte de la identificación con guías, libros, internet… la dejamos generalmente para hacerla una vez en casa pero os podéis organizar cómo funcione mejor para vuestros hijos.
Los imprescindibles:
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  • Hueveras: son perfectas para guardar fácilmente un número de tesoros LIMITADO.
  • Cápsula de petri de plástico: son ligeras y económicas y luego pueden ponerse directamente bajo la lupa. Las cerramos con algo de celo y escribimos la info en el mismo celo para poder reaprovecharlas fácilmente.
  • Caja Organizador más grande o más pequeña. Recordad que os tiene que caber en casa 😉
  • Microscopio para móvil. Ocupa muy poco espacio y a mis hijos les encanta usarlo… También sirven lupas de toda la vida 😉
  • Tarro para insectos vivos (¡luego los liberamos!). En las colecciones sólo guardamos aquellos que encontramos muertos pero eso no quiere decir que no podamos estudiar algún espécimen vivo por el camino.
  • Prensa de flores y hojas: porqué también las coleccionamos… Aquí os expliqué cómo usar la prensa.
  • Libreta de campo, lápiz, sacapuntas y rotulador permanente (si lo usáis sobre las cápsulas de petri luego se puede lavar con alcohol).

¿Vuestros hijos coleccionan algo? ¿Os animáis a iniciar juntos una nueva colección? Nos la podéis enseñar usando el hashtag #pequeñosnaturalistas

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