Este año mi hijo mayor cumplirá catorce años y yo aún recuerdo la primera vez que se subió a un árbol, a lo que a mi me parecía una altura demasiado considerable. Entonces vivíamos en un pueblo en la sierra de Collserola y salíamos a pasear a nuestro perro por un bosque cercano y Eudald siempre se entretenía en su árbol favorito, una encina de tronco retorcido. Siempre jugaba a escalarlo pero al principio no subía más de metro y medio, hasta que se sintió preparado… Y entonces me asaltaron los miedos: ¿y si se cae? ¿cómo va a bajar?. Esa vez, y muchas otras, frustré su aprendizaje con mi ¡ten cuidado!.
No hay nada mejor como una advertencia vacía para boicotear las experiencias de nuestros hijos.
Digo “vacías” porque el “ten cuidado” o “el vigila” no aportan información (un poco como el “muy bien” del que ya os hablé) por lo que en lugar de ayudar a nuestros hijos en la gestión de riesgos, únicamente les distraen o les trasladan nuestros miedos así que hoy voy a daros alternativas que a mi me han ayudado.
Si tengo que resumir los principales cambios que han acontecido estos años de crianza de mis cuatro hijos, sin duda la gestión de riesgos ocupa un lugar importantísimo. Por un lado he aprendido a confiar en mis hijos. Observándoles con detenimiento he aprendido a ser consciente de dónde están sus límites en todo momento y me he dado cuenta de que ellos lo tienen muy claro también. Esto me ha ayudado a superar muchos miedos. Por otro lado, he aprendido a acompañarles de forma más constructiva pues el que mis hijos quieran afrontar nuevos retos a diario conlleva que se enfrenten a situaciones de riesgo: desde cruzar la calle a usar un cuchillo. Mi papel no es el de eliminar todos los riesgos (¡no puedo hacer que desaparezcan todos los coches del mundo esta noche mientras duermo!) sino el de ayudar a mis hijos a gestionarlos teniendo en cuenta sus capacidades individuales. Pero…
¿Por qué no debo decirles (chillarles) ¡ten cuidado!?
Como he dicho, por un lado les traspasamos nuestros miedos. El niño estaba tranquilo y confiado hasta ese momento en que nuestras advertencias hacen que le asalten las dudas. ¿Se me está escapando algo?¿Lo estoy haciendo mal? En ocasiones, esto puede llevar a que el niño decida evitar nuevos retos por miedo a equivocarse.
Otra opción es que se sientan molestos por demostrar falta de confianza en ellos. Puede que el niño piense: “Ya estoy siendo cuidadoso. ¿Es que no lo ve?”. Cada relación madre-hijo es diferente pero creo que la mayoría estaremos de acuerdo en que queremos basarla en el respeto, la confianza y la presencia.
Y, por último, el ¡ten cuidado! es demasiado inespecífico. ¿Cuidado con qué? En un momento que puede resultar crítico (piensa en tu hijo concentrado saltando de roca en roca para cruzar el riachuelo) podemos hacer que se distraigan (y caigan al agua) o se sientan confusos. Cuántas veces no habré generado yo el accidente con mis advertencias… Hace un par de años, cuando dije a Teia (entonces 2 años) que vigilara con la lata de lentejas para que acto seguido ella la cogiera con todas sus fuerzas y casi se rebanara un dedo. O estas Navidades cuando jugaba en un tobogán con su primito y mientras yo acababa de gritar mi advertencia ella caía desde la parte más alta lastimándose las costillas… Queremos ayudarles, no entorpecerles ¿verdad?
La cocina es uno de nuestros espacios educativos por excelencia pero está lleno de herramientas peligrosas: cuchillos, tijeras, horno, peladores, ralladores…
Alternativas al ten cuidado
En mi trabajo como guía de Escuela Bosque uso mucho la clasificación de riesgos de Ellen Sandseter porqué es simple y puede aplicarse a nuestra vida como padres. Básicamente tenemos 6 tipos de riesgos en función de que impliquen alguno de estos factores:
- alturas: que trepen rocas o árboles, que se asomen a la ventana o el balcón…
- velocidad: correr en terrenos irregulares, ir en bici, patines…
- herramientas peligrosas: cuchillos, tijeras, herramientas de jardín…
- elementos peligrosos: fuego, agua, vehículos, rocas, palos
- juegos bruscos: recrear peleas, tirar objetos
- alejarse de la persona adulta: no podemos ver qué hacen
Prácticamente todas las situaciones en que la integridad física de nuestros hijos corre peligro están dentro de estas 6 categorías pero yo le añado una más, tan importante como el resto juntas:
- integridad emocional. Hay muchas situaciones en que el bienestar emocional de nuestros hijos puede verse comprometido y, aunque en estas situaciones normalmente no intervenimos con un “ten cuidado” creo que es importante remarcar que no todos los riesgos hacen referencia a la integridad física.
Los niños tienen necesidad de apartarse de la mirada adulta y es bueno encontrar situaciones en que puedan sentirse a su aire. Mirar sin ser visto es todo un arte.
Para evitar las advertencias vacías, la estrategia que sigo es muy parecida a la que os expliqué para resolver conflictos en cuatro pasos.
1.Primer punto y más importante: para, muérdete la lengua y revisa tu miedo. ¿Es un miedo con razón de ser?.
¿De verdad es un peligro si se derrama el agua? ¿o puede resultar una experiencia educativa cuando le ayudamos a recogerla?
Está claro que queremos evitar peligros mayores pero debemos encontrar también el espacio para que nuestros hijos puedan experimentar y errar, es la mejor manera de aprender. Así que:
PARA: ¡Stop!
TOMA PERSPECTIVA: Reconoce tus miedos y haz un par de respiraciones profundas.
REFLEXIONA: Este es el periodo de enfriamiento, en que somos capaces de virar nuestro pensamiento. Hazte preguntas como:
¿Existe un riesgo real de lesiones graves?
¿Qué está aprendiendo mi hijo ahora?
¿Qué puede aprender si se equivoca?
Por supuesto, hay momentos en que no hay tiempo para pensar y tenemos que actuar de forma inmediata. Si nuestro hijo de dos años sale a la carrera directo hacia una carretera vamos a correr a pararlo, nada de respirar y reflexionar. Pero la verdad es que en la gran mayoría de situaciones nos daremos cuenta de que no existe un riesgo real.
2. Actúa. Si decides hablar, hazlo de forma constructiva. Aquí tienes algunas ideas:
- Amplíar su percepción: si has identificado un riesgo y quieres estar segura de que tu hijo es consciente de este, se específica y descriptiva.
- ¿Has visto/notado/reparado en… que la rama es muy delgada y no aguantará tu peso, que el suelo resbala y es fácil caerse, qué hoyo tan grande hay ahí enfrente, que tienes el cuchillo del revés, que hay un cruce con mucho tráfico ahí delante…?
- ¿Te sientes seguro ahí arriba? Tienes una gran caída desde tan alto.
- ¿Te sientes seguro cerca del fuego? Debe quemar mucho.
- ¿Te sientes seguro usando un cuchillo tan afilado*…? Debe cortar mucho.
Si creemos que ellos sólos pueden entender el riesgo implícito de nuestras preguntas de ¿Te sientes seguro? podemos obviar la segunda parte en que explicamos nuestro miedo y dejar que lleguen ellos a sus conclusiones.
-
- Estoy aquí si me necesitas: cuando los ves forcejear o esforzarse mucho con algo y temes que el reto sea demasiado para ellos está bien recordarles que estamos ahí.
- Fomentar la resolución de problemas:
- ¿Cómo planeas… bajar del árbol, cruzar el río, subir a esa cima, cruzar la calle…?
- ¿Qué puedes usar… para cortar esa manzana, para hacer el agujero, para arrastrar este tronco…?
- ¿Cual va a ser tu próximo movimiento?
- ¿Crees que puedes dañar a alguien?
- Hablar en primera persona y demostrar: esta es una forma muy directa pero a la vez respetuosa de revelar riesgos sin ser autoritario. Se trata de ser informativo, útil y específico sin emitir juicios.
- Voy a apartarme porqué no quiero que me hagáis daño con estos palos (mientras nos apartamos de la zona en que están luchando con palos)
- Yo siempre compruebo los troncos antes de subirme a ellos (al tiempo que lo demostramos)
- Yo siempre cojo la manzana así para evitar cortarme (al tiempo que lo demostramos)
- Yo siempre me aparto de los columpios para que no me golpeen. ¡Es muy divertido columpiarse alto! pero es muy difícil parar rápido si alguien pasa cerca
- Usar lenguaje positivo: ante el peligro (real o imaginario), cuando no usamos una advertencia vacía tenemos tendencia a usar negaciones, demasiadas negaciones. Pero siempre podemos darle la vuelta y usar afirmaciones (descriptivas a poder ser) en su lugar:
-
- No corras —> Andamos despacio para cruzar la carretera/en las pendientes o mejor aún: ¿Te sientes seguro corriendo con el suelo mojado? (Parece muy resvaladizo)
- No tires piedras —> Tiramos piedras sólo dónde no podemos dar a nadie. ¿Buscamos un lugar adecuado? o mejor aún: ¿Te parece seguro tirar piedras aquí? (Hay mucha gente) o ¿Crees que puedes dañar a alguien?
- No chilles —> (Yo) Prefiero que me hables flojito (se lo decimos con voz suave)
La idea es evitar sinónimos del “vigila” o el “ten cuidado” como puede ser un “presta atención”. No queremos darles una orden que puedan obedecer o desobedecer sino invitarles a hacerse las preguntas necesarias que les ayudarán a cuidar de ellos mismos.
De la mano del evitar el ¡ten cuidado! debería hablar también del reducir el no. Los adultos solemos prohibir demasiadas cosas a los niños por nuestros propios miedos y percepciones erróneas de lo que podría salir mal y lo que ocurriría como resultado pero muchas otras veces decimos no por inercia o por evitar pequeños accidentes: ensuciarse, mojarse, derramar agua… Si aprendemos a ver estos pequeños accidentes como oportunidades para el aprendizaje se hace algo más fácil el tener paciencia 😉
¿Has vivido alguna situación para la que no tienes alternativa? Explícamela en los comentarios, me gustará mucho ayudarte.
*En casa tenemos más opciones para controlar a qué queremos exponer a nuestros hijos, si un cuchillo (o inserta aquí lo que te parezca) te parece inadecuado, haz cambios para que no esté a su alcance y ves adaptándote a medida que crece.
Si mi texto te ha ayudado, compártelo. Un pequeño cambio puede ser un gran cambio.
Si te gustaría seguir leyendo este tipo de artículos, déjame tu email y te los mandará directamente para que no te pierdas ninguno 😉
Super interesante. Yo uso mucho el no con mi hijo de 4 años cuando juega con el pequeño de un año. Al principio del día sí que me sale el acaricialo mas suave, eso no le gusta que está protestando cariño… pero al final del dia es mira cada uno en un rincón del comedor y ni mires al pequeño ♀️ Me tienen frita hasta tal punto de rallarme que el mayor es un acosador y esa mirada ya me pone a la defensiva y a veces borde con el mayor y sobreprotectora con el pequeño. Ideas trucos como responsabilizo al mayor de sus actos como hago que comparta… gracias
Con 4 y 1 año son todavía muy pequeños y estás en la etapa más difícil pues el mayor, ¡sigue siendo pequeño aún! Con la llegada de nuevos hermanos tendemos a cambiarles la categoría de pequeños a mayores pero esta bien recordarse, sobretodo en los momentos de conflicto, que hacen lo mejor que pueden con las herramientas de las que disponen. En nada el mayor irá madurando y entenderá mejor el que no queremos lastimar a los demás. Entonces será el pequeño el que irá al ataque pues ya será más independiente Pero son etapas y auqnue se que ahora no ayuda mucho, pasarán! Lo importante es que no pierdas la sonrisa. Se que vamos muy cansadas pero ten siempre presente que nuestros hijos no van con malas intenciones. A veces puede que tomen ideas equivocadas, que quieran que estemos por ellos pero en lugar de pedirlo pues actúan de formas erróneas para llamar nuestra atención. ¿Has leído la entrada de reinterpretar el mal comportamiento de nuestros hijos? Creo que puede ayudarte también:
http://nitdia.com/cuando-el-enemigo-esta-dentro-de-casa-como-educar-sin-gritos-resolucion-de-conflictos-en-4-pasos/
Cuando nosotros hemos estado en estas etapas, a parte de cargarme con quilos de paciencia me ha ayudado el intentar pasar tiempo a solas con el “conflictivo”. En este caso el mayor. Ya se que normalmente no tenemos manos extra, al menos yo estoy sola prácticamente todo el tiempo… pero siempre hay algún momentín en que el pequeño está entretenido o duerme. Aprovecha estos momentos para dedicarle atención exclusiva al mayor, aunque tengas mil cosas por hacer, márcatelo como prioridad y muy probablemente en un par de semanas empieces a notar cambios.
Otra opción es involucrar al mayor en el cuidado del menor. Hacerle responsable y remarcar sus capacidades: como te ayuda a prepararle algo de comer, como le enseña a jugar con los encajables… conviértelo en maestro. Si le das un rol positivo es más fácil que actúe de forma positiva.
Otra opción es separarlos. Cuando son tan pequeños es normal que no puedan estar todo el día en paz y harmonía. Lo importante es hacer de las separaciones algo positivo y no un castigo. Piensa que hasta hace muy poco, tu hijo mayor estaba solo. Tener hermanos tiene mil y un beneficios pero, sobretodo al principio, también tiene inconvenientes. Toca compartir cuando aún no tiene la madureza suficiente para hacerlo… compartir a mamá, compartir los juguetes… Es un cambio muy grande y ¡el no lo ha pedido! Así que aprovecha si alguien hace una escapada al supermercado, si vienen los abuelos, etc para que se lleven sólo al mayor o sólo al pequeño y así darles pequeños respiros. También en casa puedes separarles pero intenta hacerlo antes de llegar al conflicto. Si ves que el ambiente se está caldeando recuérdate que más vale prevenir que curar. Busca distracciones, uno por aquí y el otro por ahí.
Por último, te dejo la entrada de lidiar con conflictos por si te ayuda:
http://nitdia.com/cuando-el-enemigo-esta-dentro-de-casa-como-educar-sin-gritos-resolucion-de-conflictos-en-4-pasos/
Muchos ánimos Cris, en breve el peque también “se defenderá” y poco a poco y ellos irán encontrando su espacio y la forma de relacionarse. El pequeño es ahora físicamente muy frágil pero el mayor lo es emocionalmente y tu te preocupas por ambos. No podemos forzarles a compartir hasta que tengan la madurez para hacerlo pero verás como llega. ¡Mucha fuerza! Y cuando necesites un desahogo, ¡desahógate! Cuida mucho de ti también
Lo intento… pero es difícil!
El otro día preparamos el desayuno y quiso llevárselo a su padre en una bandeja. Me mordi la lengua y le dije que pesaba mucho pero que podía llevarla. La cogió, dio dos pasos, me pidió ayuda y cuando fui a cogerla se le cayó todo sobre las paredes! Supervaso de zumo y chocolate caliente!! Y ahí sí que perdí los nervios
Lo se María, yo también he vivido mil situaciones así pero sabes qué? Que creo que en realidad estamos más enfadadas con nosotras mismas, porqué lo hemos visto venir y aún así hemos dejado que pasara… Tenemos dos opciones, aceptar que hemos dejado que pasara y usarlo como momento educativo e involucrarle en recoger todo el desastre o aprender que nuestros nervios no pueden con ello y decirle con dulzura pero firme: yo llevo la bebida que pesa mucho y tu el resto.
Estos mini-accidentes pasan y son un rollo pero al final, no dejan de ser pequeñas cosas. Solo hace falta limpiar. ¡Ojalá todos los accidentes fueran así! Relativizar ayuda mucho a dejar el mal humor y acordarte de que lo hacen con la mejor intención del mundo… para nada querían ellos acabar con el desayuno derramado por el suelo. Para ellos también es un palo pero podemos enseñarles que estas cosas nos pasan a todo el mundo y sobrevivimos. Podemos recoger juntos e incluso ¡pasárnoslo bien de mientras!
Y si todo falla y perdemos los nervios, también está bien. Después, cuando estemos calmadas y hayamos tomado perspectiva podemos ir a hablar con nuestros hijos. Pedir perdón por haber chillado, explicar que nos hemos puesto nerviosas al ver el desastre y buscar soluciones juntos: ¿que crees que podemos hacer la próxima vez? Probablemente ellos solos lleguen a la conclusión que mejor aceptar ayuda desde el principio cuando pesa tanto!
Un abrazo
Conexion despues correccion. Y que tu correccion sea con amor. Es tu bebe tu nene de 4 años nada mas. Hasta hace poco era tu unico amor y ahora te tiene que compartir
Que interessant!!! Jo utilitzo molt el «ojos que no ven…». Els meus fills juguen al carrer sols, com quan nosaltres erem petits. A la nit, mentre sopem i expliquen les seves aventures, m’esgarrifo amb les coses que arriben a fer i que, si jo hi fos allà, segurament no farien. Tot i així, abans de deixar-los «anar sols» vam treballar molt la identificació de perills, la autoregulació, la gestió de les pors… Estic tranquil·la quan marxen i, sobretot, orgullosa de la seva independència i responsabilitat.
Tot i així, li passo el teu post al meu marit… ell ho porta pitjo que jo… jajajaja
Un petonet bonica!
Sònia, els nostres també tenen moltes oportunitats de jugar sense supervisió. Tens raó que a la nostra època ho feiem tots (i potser un pèl massa!) i en canvi ara és molt extrany! Però jo crec que els va molt bé per desenvolupar les seves habilitats i sentir-se competents així que estic amb tu! I si, el meu company també és molt més patidor. Jo també l’he de fer llegir-se l’article que no em llegeix mai! (Sort que m’escolta)
Una abraçada
Me ha gustado mucho el artículo y lo comento des de mi punto de punto de vista de abuela. Yo siempre practique el ten cuidado con mis hijos.
Ahora con mis 6 nietos tengo que hacer esfuerzo para evitar este tipo de exclamaciones y poco a poco lo voy consiguierndo aunque se me escape más de lo que quisiera . Gracias por los artículos, nunca es tarde para aprender. Una abuela
Soy maestra de educación infantil, este año estoy dando psiomotricidad. Mis sesiones son de juego libre, yo solo intervengo para colocar algún material , cuando observo que me necesitan, o poner alguna protecciòn, pero sin decirles nada. Pueden jugar con todo, y solo recordamos tres normas al comienzo, no hacer daño, no hacernos daño, cuidar el material y recogerlo. Reconozco que al tener 25 alumnos y un espacio no muy grande, cuando cogen las picas, no puedo evitar recordárles que podemos golpear a alguien, y a veces se las tengo que quitar o darles otras opciones de uso
María José,
En la escuela bosque nos pasa mucho con el juego con palos por ejemplo. En este caso yo siempre hago recordatorios sobre la necesidad de respetar la burbuja de seguridad. Introducimos el concepto al inicio, las herramientas, palos y demás materiales que puedan dañarnos a nosotros o al resto de personas necesitan una burbuja de seguridad a nuestro alrededor (que no haya nadie a nuestro alcance si estiramos nuestro brazo). Luego en momentos en que el juego se desmadra demasiado, sólo tengo que decir «burbuja» y arreglado. Evidentemente, para llegar aquí hemos tenido que hablar sobre la burbuja de seguridad mil veces 😉 El tener sólo 3 normas básicas (no hacernos daño ni hacer daño, respetar los materiales y recoger) no quiere decir que a veces no sea necesario hablar sobre ellas más a fondo. Se que a veces es difícil respetar esa línea fina entre facilitar u entorpecer el juego libre pero si en lugar de recordar normas les preguntamos «indirectamente», la disrrupción es normalmente más productiva (¿crees que es seguro?, ¿Crees que María está suficientemente lejos para usar la pica así?).
Me encanta el post, muy completo y con muy buenas opciones para el cambio, gracias. Soy mamá de tres hija/os y siempre les he dejado experimentar con el medio, concretamente con las alturas(estructuras en los parques, barras, árboles, muros,etc), confío mucho en sus fuerzas, destrezas, coordinación, etc pero siempre hay alguien que está detrás diciéndote «¡Cuidado tu niño está ahí arriba!», «Se va a caer», «es muy pequeño para estar ahí» o se dirigen directamente a ella/os y no puedo evitar por un momento sentirme mal por dejarles «correr un riesgo», además de que creo que esos comentarios entorpecen al desarrollo de mis peques y los cohiben…así que estoy en ese punto en el que debo trabajar conmigo misma para que a pesar de explicarle a X personas como lo veo yo, dejen de importarme sus malas caras o comentarios de «irresponsable» hacia mí ¿Qué haces tú al respecto?
Saludos desde Canarias, y felicidades por este precioso blog!
Ana, creo que a veces pesa más lo que la gente diga/piense que nuestro propio miedo y esto ya nos encamina. En mi caso, en las ocasiones en que tengo miedo, trato de analizarlo y racionalizarlo como comento en el artículo. En los casos en que lo que me molesta son los juicios, primero me armo de paciencia. Que tire la primera piedra quien no haya emitido nunca juicios… Probablemente la persona que los emita está hablando desde sus propios miedos, puede que incluso quiera superarlos pero no sepa muy bien cómo. Cuando logro despertar mi compasión (que a veces puede estar muy escondida también, que todos somos humanos y tenemos días que no estamos para juicios) entonces decido si comparto mi punto de vista o no. Si estoy con gente con la que me encuentro de forma habitual, intento compartir mi punto de vista. Le explico que, por un lado, siento que si ahora le grito un un ¡ten cuidado! puedo provocar un accidente con la advertencia y por otro lado se que mi hijo conoce sus límites y llegará hasta dónde se sienta seguro. Que desde mi punto de vista, no está corriendo un riesgo mayor y lo peor que puede pasar es que… y aprendamos todos de ello. También puedes apuntar a las diferencias culturales y cómo en los países nórdicos nadie se asusta por un niño trepando a un árbol. O puedes preguntarles por su infancia, ¿nunca treparon a un árbol?. Si se trata de desconocidos que no voy a volver a ver pues muchas veces ya no gasto energía en ello y si creo que los comentarios pueden afectar a mis hijos, me centro en hablar con ellos. En cómo la gente tiene diferentes opiniones, diferentes miedos…
Me gusto mucho el articulo. Es un tema muy sensible para nosotros como familia ya que mi hijo mas peque (de 4) padece hemofilia, una enfermedad por la cual no puede golpearse, por lo cual estamos muy pendientes de el. Yo he comenzado a confiar en el y no estar permanentemente limitandolo, pero a mi marido le esta costando mucho mas soltarlo. Le he reenviado el articulo para que lo reflexione… vamos a ver que resulta.
Muchas Gracias 🙂
Ostras Yani, me pongo en tu lugar y estoy segura de que yo también sufriría mucho. ¿Es una hemofilia severa? ¿Necesita factores de coagulación? Yo siempre llevo un botiquín conmigo y cuando digo siempre, quiero decir incluso para ir al parque. Tengo formación en primeros auxilios en el medio natural y primeros auxilios pediátricos. Saber cómo actuar en caso de pequeñas emergencias da mucha seguridad y ¡más en vuestro caso! No se si os lo habéis planteado ya pero hacer algún curso de primeros auxilios e incluso algún curso específico para hemofílicos seguro que os ayudaría. Hace años hice de socorrista voluntaria con la Cruz Roja y me ayudó también a perder mucho el miedo y a afrontar los pequeños accidentes con calma. Con mis hijos hemos tenido varios accidentes relativamente graves (y curioso o no, en el 99% de los casos han sido accidentes tontos, no haciendo nada «de riesgo») pero manteniendo una actitud calmada, los hemos manejado muy bien y no han sido nada traumáticos. Espero que encontrés vuestro punto de equilibrio 😉 Un abrazo
Estoy supercontenta de haber encontrado tu blog! Soy madre de una niña de 3 años que nació prematura y con bajo peso, aunque por suerte sin problemas. Siempre me han dicho que debo acompañarla y animarla en su camino, pero siempre tenia dudas sobre cómo hacerlo sin «cortarle las alas»…nadie había hablado de forma tan clara y práctica como tu lo haces. Muchísimas gracias, seguiré leyendo tus artículos.
Me alegro muchísimo de que te sea útil Silvia. A veces me cuesta ponerme a escribir pues pienso «si solo soy una madre…» pero luego me doy cuenta de que si hubiera podido leer lo que escribo hace años, mi evolución como madre habria sido mucho más rápida Todos vamos aprendiendo con la práctica, sobretodo si estamos abiertos a escuchar lo que nos dice el corazón y a buscar alternativas que nos hagan sentir mejor. Un abrazo fuerte
nitdia : Y que pasa con los riesgo emocionales, mi hija pequeña de 3 años intenta jugar con unas pequeñas de 5 o 6 años del barrio, que son muy rudas con ella para excluirla por lo pequeña que es , que harías tú , a mi me parte el corazón y me la llevo sin más , pero creo que no es lo mejor.
Cuando mi bebe tenia uno y medio ya llevava acompanandonos en el lugar de trabajo desde que nacio.. la playa y su entorno natural. Un dia golosa de aceitunas cogio la lata recien abierta y destraida me di cuenta solo cuando la tenia en la mano. Por el miedo de que se cortara la cogi rapido, ella la aprieto mas fuerte y se hizo un corte al dedo. Estabamos lejos de un hospital y por suerte llevaba un kit y se lo pude arreglar para que llegara bien. Desde entonces empeze a explicarle los tipos de peligro, resvalar cortar quemar,… ella con dos anitos sabe reconocer y no le tiene miedo sino respeto.
Me di cuenta que en un lugar que no esta preparado para ninos como tu propia casa no puede faltar la atencion completa hacia a ellos. A la vez el conocimiento del nino te lleva a saber en que prestar atencion. Es precioso ser el medio para que tus hijos puedan ser libres e indipendientes, que sepan elegir opciones sin tu ayuda solo sabiendo que estas ahi lista para ayudarles en caso falle su idea.